Argentina ha sido considerada muchas veces
como un país de políticas pendulares.
Hoy gobierno yo y se hace esto, mañana
gobierna él y cambia lo que nosotros hicimos, a veces con justa razón, la
mayoría al divino botón.
Solo para poner sellos sugeridos por
publicistas "Gestión de fulanito" o “Gobernación Menganito”; la
conveniencia del país y sus ciudadanos es una cuestión suplementaria.
Pero esto no es una novedad, como tampoco lo
es el hecho que los políticos tienen cada uno en su momento a los llamados
"eternos oficialistas", podríamos nombrar a varios que son figura en
este momento, pero saltan a la vista por sí solos.
Si enciende su TV verá a una acalorada defensora
del modelo haciendo su trabajo de difusión, en la tapa de aquella revista hay
otros dos, mientras conduzco mi automóvil por el abigarrado tránsito porteño,
un otrora periodista deportivo castiga como todas las mañanas a un conocido
multimedio que está muy enfrentado con el gobierno.
Son los eternos oficialistas, especie
arraigada a todos los gobiernos de cualquier signo y color, que van mutando
para estar siempre presentes en los círculos del poder, como viene sucediendo
desde hace muchísimos años.
Vean esta ilustración del año 1936, la cual
de por sí no necesita mayores comentarios.
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