La noticia dice que son 29 las escuelas
porteñas tomadas en rechazo a la Reforma Educativa para las escuelas
secundarias, con cientos de alumnos que “luchan” contra dicha reforma y muchos
padres que según la opinión de uno de ellos refleja el sentir de una gran
mayoría: "Si queremos que la educación mejore, si queremos que la educación
pública se valore, no vamos por el mejor camino".
Da la impresión que los jóvenes que
argumentan estar preocupados por su futuro, más bien están despreocupados por
su educación.
Las marchas y tomas tienen además
un agregado peligroso: están infectadas por la presencia de facciones políticas que no desperdician ninguna
oportunidad para llevar agua a su molino.
Les sugeriría a los jóvenes
empeñados en hacerse oír de esta manera que leyeran una parte de la obra de
José Ingenieros “Las fuerzas morales”*
publicado en 1947 donde habla del potencial de la juventud.
Aquella que lucha por sus ideas,
pero no tomando escuelas o abandonando su educación para dedicarse a protestar por
cuestiones institucionales que si bien les atañen debieran enmarcarse en opiniones
más moderadas y alejadas de todo tipo de exceso.
Dice José Ingenieros:
“Jóvenes son
los que no tienen complicidad con el pasado. Atenea inspira su imaginación, da pujanza a
sus brazos, pone fuego en sus corazones. La serena confianza en un Ideal
convierte su palabra en sentencia y su deseo en imperio. Cuando saben querer,
se allanan a su voluntad las cumbres más vetustas. Savia renovadora de los
pueblos, ignoran la esclavitud de la rutina y no soportan la coyunda de la
tradición. Sólo sus ojos pueden mirar hacia el amanecer, sin remordimiento. Es
privilegio de sus manos esparcir semillas fecundas en surcos vírgenes, como si
la historia comenzara en el preciso momento en que forjan sus ensueños.
Cada vez que una generación envejece y
reemplaza su ideario por bastardeados apetitos, la vida pública se abisma en la
inmoralidad y en la violencia. En esa hora deben los jóvenes empuñar la
Antorcha y pronunciar el Verbo: es su misión renovar el mundo moral y en ellos
ponen sus esperanzas los pueblos que anhelan ensanchar los cimientos de la
justicia. Libres de dogmatismos, pensando en una humanidad mejor, pueden
aumentar la parte de felicidad común y disminuir el lote de comunes
sufrimientos.
Es ventura. sin par la de ser jóvenes en
momentos que serán memorables en la historia. Las grandes crisis ofrecen
oportunidades múltiples a la generación incontaminada, pues inician en la
humanidad una fervorosa reforma ética, ideológica e institucional. Una nueva
conciencia histórica deviene en el mundo y transmuta los valores tradicionales
de la justicia, el Derecho y la Cultura. Intérpretes de ella, los que entran en
la vida siembran fuerzas morales generadoras del porvenir, desafiando el
recrudecer de las resistencias inmorales que apuntalan el pasado.
Los jóvenes cuyos ideales expresan
inteligentemente el devenir constituyen una Nueva Generación, que es tal por su
espíritu, no por sus años. Basta una sola, pensadora y actuante, para dar a su
pueblo personalidad en el mundo. La justa previsión de un destino común permite
unificar el esfuerzo e infundir en la vida social normas superiores de
solidaridad. El siglo está cansado de inválidos y de sombras, de enfermos y de
viejos. No quiere seguir creyendo en las virtudes de un pasado que hundió al
mundo en la maldad y en la sangre. Todo lo espera de una juventud entusiasta y
viril.
La juventud es
levadura moral de los pueblos. Cada generación anuncia una aurora nueva, la
arranca de la sombra la enciende en su anhelar inquieto. Si mira alto y lejos,
es fuerza creadora. Aunque no alcance a cosechar los frutos de su siembra,
tiene segura recompensa en la sanción de la posteridad. La antorcha lucífera
no se apaga nunca, cambia de manos. Cada generación abre las alas donde las ha
cerrado la anterior, para volar más, lejos, siempre más. Cuando una generación las cierra en el presente, no es juventud: sufre
de senilidad precoz. Cuando vuela hacia el pasado, está agonizando; peor, ha
nacido muerta.”
Tienen en su “haber” grandes posibilidades de
crecer como personas ilustradas, preparadas y capaces, pero no lo alcanzan a “ver”.
*Editorial Losada (1947)
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