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martes, 25 de octubre de 2016

El cura.

El cura de aquel pequeño pueblo de provincia, sabía que dentro del  confesionario él era súper poderoso, no solo por correr con la ventaja de saber cosas que quienes se hincaban allí no les contarían a nadie ni aún  bajo presión, pero  que al llegar a esa isla de supuesta paz que era aquel habitáculo, se distendían y desembuchaban todo.
Aún sin pretenderlo, sabía por decantación, por su perfume, por su voz, por la forma de hablar, por la manera de iniciar la confesión con quien del pueblo estaba hablando.
Por eso cuando Angélica María, la chueca como le decían y en verdad lo era, al punto que los malos del pueblo decían que una pelea de perros pasaba cómoda entre sus piernas, se acercó y dijo la fórmula: Perdóneme padre porqué he pecado, se imaginó una confesión aburrida llena de pecaditos veniales, propios de un alma noble como la de Angélica María.
-Dime dijo el cura animando a que comenzara la confesión.,
Silencio.
-Si te escucho, dijo para ver si obtenía respuesta.
Una especie de suspiro largo, como dejando escapar un estado de angustia latente, se oyó del otro lado, y fue suficiente para que Lorenzo, el cura, se diera cuenta que las cosas no estaban bien.
Se olvidó de la reserva que se debe observar siempre y sin titubeos le dijo: A ver Angélica que te ha sucedido?
-Padre, he cometido un pecado.
-Bueno primero veamos de que se trata, Dios es bueno y generoso con todos sus hijos, y seguramente perdonará tu pecado.
-Me acosté con un hombre.
Angélica, tú eres soltera, sabes que eso solo puedes hacerlo si están unidos en santo matrimonio, y con quién?
No puedo decirlo padre.
Porque no puedes?
Porque es casado padre.
Y como lo hiciste Angélica?
No sé, creo como lo hacen todos, yo abajo, él arriba. 
No, no, no, no me refería a eso, sino al hecho de cometer pecado y encima con un hombre casado.
Y eso no es todo, Padre.
Que falta ahora?
Creo que estoy preñada padre.

Ave María Purísima dijo el cura, salió del confesionario, agarró a Angélica del brazo y la llevó a la sacristía para allí tener una charla menos sacra y más directa.
Luego de eso pasó un tiempo en que el cura no vio por la Iglesia a Angélica María; fue Carmela la chismosa del barrio quien apareció con la mala nueva.
Angélica María había muerto; dicen que en el intento de un aborto practicado por una curandera de un pueblo vecino.

El cura pidió perdón a Dios por la parte de culpa que le pudo haber cabido en esta tragedia, y ya no volvió a ser el mismo.
Dicen que el rostro de Angélica María se presentaba en cada jovencita que desde el templo miraba hacia el púlpito mientras predicaba sobre los evangelios y los mandamientos que prohíben ciertas prácticas humanas, que solo son buenas si un cura como él las bendice.

Tres años más tarde, el cura también emprendió su último viaje, y al cerrar sus ojos le pareció ver a Angélica María, que emergiendo de una potente luz blanca le extendía sus manos dándole a  entender que había sido perdonado por su pecado de soberbia encubierta bajo una negra sotana.

domingo, 16 de octubre de 2016

Un lindo motivo.


Me preguntaba, y preguntaba, por qué tanta dirigencia argentina viaja continuamente al Vaticano y un amigo me dice: El Papa es argentino y limpito, peronista e hincha de San Lorenzo, te parece poco?
La verdad que no me satisfizo su respuesta, pero creo que en este relato hay una que se acerca más a la realidad: 
“En el siglo V, del mismo modo como hoy en día, el sol salía todas las mañanas y se ocultaba todas las tardes. Cuando sus primeros rayos besaban las plantas cubiertas de rocío la tierra revivía, el aire se llenaba de regocijo y de esperanza; de noche esta misma tierra enmudecía y se hundía en la oscuridad.
 Los días y las noches se parecían los unos a los otros. De vez en cuando en el cielo aparecían nubes y retumbaban furiosos truenos, o alguno de los monjes volvía al convento, contando a la cofradía que había visto un tigre en las cercanías de aquel. Los monjes trabajaban y rezaban, mientras su viejo prior tocaba el órgano, hacía versos en latín y componía obras musicales. Este maravilloso anciano poseía un don poco común: tocaba el órgano con tal arte y maestría que llegaba a hacer llorar hasta a los monjes más viejos y medio sordos por la edad. Aun hablando de cosas vulgares, por ejemplo, de los animales o de los árboles, solía conmover a sus oyentes. Cuando se enojaba o se alegraba, cuando hablaba acerca de algo horrible o sublime, todo su ser se transformaba bajo la influencia de una fuerte emoción, sus ojos se llenaban de lágrimas, su rostro se encendía, su voz vibraba.
En semejantes momentos el poder que ejercía el prior sobre sus monjes era infinito: si les hubiera ordenado que se arrojasen al mar, hubieran cumplido su voluntad sin vacilar un solo momento. Pasaban decenas de años y ni un alma humana aparecía en los alrededores del monasterio, separado del resto del mundo por un desierto, casi imposible de atravesar. Cuál no sería el asombro de los monjes al oír una noche llamar a la puerta del convento. Al abrirla se vieron en presencia de un hombre, un vulgar pecador, amante de la vida. Les explicó que había ido a cazar, bebió en demasía y se perdió. Antes de pedir la bendición al prior, el forastero reclamó vino y comida. Una vez satisfecho de su hambre y sed echó a los monjes una mirada impregnada de amargura y de sorna y les dijo: —Según parece, ustedes se pasan la vida sin hacer nada, comiendo y bebiendo.
¿Acaso es este el modo de salvar el alma? Mientras ustedes viven aquí en plena tranquilidad, soñando con la salvación de sus almas, sus prójimos se debaten y luchan en medio de la depravación y van al infierno. Fíjense en lo que pasa en los grandes centros de población: unos mueren de hambre, mientras que otros, poseedores de excesivas riquezas, se hunden en la perversión y perecen. Ninguno de ellos conoce la fe ni la verdad. ¿Quiénes son los que necesitan salvar sus almas y recordar el indispensable nombre de Dios? ¿Por ventura nuestro Señor depositó en ustedes su misericordia y les dio la fe para que lleven la vida holgada sin preocuparse de la salvación de la humanidad? Las palabras impertinentes y agresivas del ebrio ejercieron una gran influencia sobre el ánimo del prior. Al oírlas este palideció y se dirigió a los monjes, diciéndoles: —Hermanos, el hombre tiene razón. Es cierto que mientras la infeliz humanidad, debido a su ignorancia y su debilidad, perece en la depravación presa de todos los pecados y del ateísmo, nosotros no nos interesamos en ella. Deberíamos acudir a su ayuda y hacerle recordar la santa palabra de Dios, olvidada desde hace mucho.

Lleno de entusiasmo, el anciano tomo su báculo, se despidió de la cofradía y se encaminó a la ciudad. Pasó un mes, luego otro y el santo padre no volvía. Por fin, trascurrido el tercer mes después de la partida del prior, los monjes oyeron los golpes familiares de su báculo. Apresuráronse a recibirlo y lo acosaron a preguntas. Pero, por toda respuesta, el anciano rompió a llorar. Los monjes lo acompañaron en su llanto, aunque sin saber su causa. Notaron que su prior había adelgazado y envejecido mucho y que su rostro reflejaba honda pena.
Preguntáronle la causa de su pesar y congoja pero el anciano se encerró en su celda, sin contestarles nada. Pasó siete días sin comer ni beber, llorando continuamente y dejando sin respuesta todos los ruegos de los monjes. Por fin salió de su voluntario encierro y, rodeado en el acto por la cofradía, empezó a narrar lo que había sucedido durante su larga ausencia.
Mientras describía su viaje desde el convento hasta la ciudad, su voz era serena y sus ojos sonrientes. Por el camino, decía, escuchaba las canciones de los pájaros y el gorjeo de los arroyos, que llenaban su alma de dulce esperanza y de regocijo. Se sentía héroe, semejante a un guerrero que va al combate, confiado y seguro de la victoria; caminando componía versos y se entregaba a los sueños y de esta suerte, sin darse cuenta, llegó al término de su viaje. Cuando el anciano empezó a hablar de la ciudad y de sus habitantes, sus ojos se encendieron de ira y su voz se endureció. En su vida había visto nada semejante y ni siquiera podía imaginarse que existiera…

Solo ahora había comprendido toda la omnipotencia del diablo, toda la infinita hermosura del mal y toda la debilidad y la miseria de los hombres… Dio la casualidad que la primera casa en que penetró el prior al llegar a la ciudad, fue un antro de alegría. Unos cuantos hombres, ricamente ataviados, comían y bebían vino. Todos estaban ebrios y cantaban y gritaban a voz en cuello palabras soeces y repugnantes. Libres, fuertes, felices, no temían a Dios ni al diablo, ni a la muerte; estimulados por la voluptuosidad y la gula, hacían y decían lo que les daba la gana.
El vino cristalino y chispeante de oro era, sin duda, muy atrayente, pues el que lo bebía sonreía con beatitud y pedía más. El líquido de color de ámbar respondía a las sonrisas de los hombres, echando alegres chispas, como si conociera el poder diabólico que ejercía sobre ellos. Presa de la más viva indignación y llorando de ira, el anciano seguía describiendo lo que había visto en aquella casa. 
Sobre la mesa,decía, estaba de pie una mujer semi desnuda, de una hermosura perfecta.
Esa cortesana joven, de cabellera rubia, ojos negros y labios rojos y voluptuosos, privada de pudor y de decoro, enseñaba su bello cuerpo que parecía esculpido en mármol, y delirante de amor, sonreía mostrando sus dientes de perla, como si quisiera decir: «mirad qué hermosa y desvergonzada soy».
La seda y el tul envolvían en graciosos pliegues sus hombros de alabastro, pero la corruptible belleza se resistía a quedar oculta y trataba de salir de entre los tejidos… 
La mujer bebía vino, cantaba, reía a carcajadas y se entregaba al primero que la solicitaba. Alzando los brazos al aire y lleno de indignación, el prior describió luego las carreras de caballos, las corridas de toros, los teatros, los estudios de los artistas que pintan y esculpen mujeres desnudas… Hablaba con entusiasmo y elocuencia y, los monjes, extasiados, lo escuchaban con sumo interés. 
Después de haber descripto todas las seducciones de que era capaz el diablo, la hermosura del mal y la atrayente gracia del detestable y repugnante cuerpo de mujer, el anciano echó su maldición a todo aquello y volvió a encerrarse en su celda…

Cuando salió de esta al día siguiente, no encontró ni un solo monje en el convento: todos habían huido a la ciudad.
Del cuento de Anton Chejov “Un lindo sermón”





miércoles, 12 de octubre de 2016

Martín Gallinero y otros personajes.


En cada pueblo hay individuos por todos conocidos que tienen una personalidad que los diferencia del resto, y en el pueblo de una provincia del sur de Argentina donde tienen lugar los hechos que narro, no era una excepción.
Recuerdo que en el lugar donde crecí había varios de estos personajes que a pesar del transcurrir de los años siguen presentes en mi recuerdo como formando una parte importante de los mismos, porque fueron de alguna medida los primeros representantes de un mundo irreal que yo por ser un niño desconocía.

En esa galería de estereotipos estaba por ejemplo Justo; se decía de él que había sido un marino destacado de alto rango, que había caído en desgracia después de un desengaño amoroso que jamás pudo superar.
Justo hablaba muy bajito y cuando lo hacía no abundaba en palabras, es más, no recuerdo haberle escuchado hablar más allá de monosílabos o palabras cortas que no le significaran mucho esfuerzo.
Por haber sido marino, no le tenía mucho afecto al agua, y se mantenía bastante lejos de ella, por lo cual en su negra gorra de vasco que portaba día y noche, el negro brillaba por falta de jabón, situación ésta que obviamente se trasladaba a la humanidad de Justo.
En el barrio Justo hacía los mandados para casi todo el vecindario, principalmente se lo llamaba para buscar  kerosene para el bran metal o las lámparas de tubo, pues la corriente (monofásica de 110 ws) se cortaba seguido y solo funcionaba hasta las diez de la noche.
En el colegio nos hablaron un día de Justo José de Urquiza, y cuando me crucé con Justo se me ocurrió decirle: Justo José de Urquiza, el hombre que venció al tirano Rosas;  Justo me miró en silencio, y confieso que tuve un poco de miedo, pero su rostro se relajó y esbozó una sonrisa que nunca le había visto; no quise abusar de ello, y me alejé rápido pero contento de haber visto a Justo sonreír, al menos una vez.
Justo vivía en un ranchito bajo y estrecho, cerca de unos tamariscos en un terreno baldío jamás pidió nada, ni se quedó nunca con nada que no fuera suyo. En silencio andaba por la vida y en silencio se marchó; nunca supe que rumbo tomó. El rancho quedó vacío y una topadora, unos años después lo borró completamente del lugar.

En el barrio, todos éramos propensos a poner sobrenombres a los vecinos. La Chacha por ejemplo era una señora que se peinaba como el personaje de la historieta, y fumaba en una pipa tipo Popeye, se paraba por las tardes en la puerta de su casa con una botellita con ½ de tinto a la cual besaba con cariño, mientras miraba pasar la vida.
La Chacha, tenía una inquilina a la cual le llamábamos “Baciniya con diarrea” por unas manchas en su cara, que no había make up que las cubriera.
Unos metros más allá, vivía “Alambre con pelos” llamada así por ser muy flaquita y tener una abundante cabellera.
Luego estaba “Bastonazo”, un policía retirado, que cuando molestábamos jugando al futbol o a los cowboys en el campito vecino, nos amenazaba con sobarnos el lomo con su bastón.
“Limpieza”, era una señora gorda que tenía varios hijos y como Justo, le escapaba al agua y al jabón. Su marido al igual que Bastonazo era un sargento de policía muy recto, que luego se separó de esta mujer, tal vez  desgastado por el esfuerzo de tratar que exesposa  fuera un poco más predispuesta a la higiene personal.
Vecinos de doña Limpieza eran el “Gato Negro” un hombre de campo que se dedicaba al arreo de ganado  y vestía siempre de negro quien vivía con su esposa a la que todos conocíamos como “pan con grasa” dado el volumen de su trasero.
Gato Negro  un hombre moreno, delgado, y de pocas palabras, solía estar mucho tiempo fuera de su hogar, y decían las comadres que otros gatos andaban por su techo  y de allí se explicaba porque una de su cuatro hijas era tan rubiecita.
Algo parecido le sucedió a “Cortocircuito” el electricista que vivió un tiempo en el barrio y que tenía un hijo pelirrojo y bien pecoso, y siendo él morocho, explicaba que su hijo había salido así porque su señora consumía mucha zanahoria.

Y por último Martín, tal vez el único “casi malo” de esta galería de personajes; nunca supe al igual que el caso de Justo cuál era su apellido pues todos le llamaban Martín Gallinero por el gusto que tenía por visitar gallineros que por aquel entonces abundaban en el barrio; dicen que Martín pescaba a las gallinas colocando una lombriz en la punta de un hilo de albañil debidamente preparado para atorar a la gallina, y cuando esta agarraba la lombriz, Martín la levantaba en peso por sobre el alambrado como si escapara volando.
Al observar el gallinero y no ver por ningún lado plumas ni restos de huesos, el dueño del corral se preguntaba cómo podía desaparecer así un ave que entre sus habilidades no figuraba la de volar.

A unas cuantas cuadras de allí, en el aire flotaba un aroma de caldo de gallina, mientras Martín sentado frente a la estrebe que contenía una olla negra por el hollín, silbaba mientras pelaba una papa para agregar a lo que era su debilidad: un pucherito de gallina, que habiendo sido gratis resultaba más exquisito.

jueves, 6 de octubre de 2016

Del primero al último, bis.

Los memoriosos lo recordarán muy bien porque en su momento (junio de 2002) el hombre se despachó con una afirmación que cayó mal a todos, más porque a nadie le gusta que sapo de otro pozo diga cosas del pozo vecino, que por el significado de la frase en si misma a la que, doy fe, adhirieron muchos.

El hombre hoy ex-Presidente de Uruguay  de nombre  Jorge Luis Batlle Ibáñez, por entonces a cargo de la primera magistratura de su país dijo esto:

      

Luego de aquel episodio se retractó, pidió disculpas, y para demostrar cuan arrepentido está de haber dicho lo que dijo, Don Jorge Luís sigue en la suya y ahora se pregunta en su cuenta de Facebook  lo siguiente:” "Lo que no está claro es si robaron en la Argentina más que en Brasil. Van cabeza a cabeza. La familia izquierdista sudamericana ha sido de una inconducta absoluta. Merece las más duras sanciones morales”
Hoy, luego de tanto político denunciado, enjuiciado, procesado que ya hasta sería conveniente realizar un digesto de todos los imputados para no perder el rastro de ninguno, no diría yo “Tenía razón don Jorge” sino preguntaría: Aprenderemos alguna vez?
Dejaremos la hipocresía de lado y asumiremos definitivamente que todos somos responsables en alguna medida de esto que hoy sucede más allá de sus directos involucrados.
Viendo algunos comportamientos de oficialistas y oposición, de actitudes egoístas y sectaristas parece que seguimos por la banquina.

Y sin frenos., 
    



fuente:ElObservador

lunes, 3 de octubre de 2016

Manuela para Cristina.


La noticia, proveniente de Ecuador dice que pasadas las 10:00 del jueves 29 de septiembre Cristina Fernández de Kirchner arribó a la Asamblea Nacional para recibir la condecoración ‘Manuela Sáenz’. El galardón es uno de los reconocimientos más importantes que Ecuador otorga a jefas y exjefas de Estado, presidentas y expresidentas de parlamentos, por su liderazgo, labor política y convicción social a favor de las sociedades contemporáneas...
En ese sentido, Gabriela Rivadeneira, presidente del órgano legislativo ecuatoriano, inició la ceremonia indicando que “tenemos el honor de recibir a una de las mujeres destacadas de la política sudamericana y mundial. La democracia ecuatoriana tiene una inmensa deuda de gratitud con Cristina Fernández y con Argentina, quien ha liderado un ciclo histórico progresista de reparación ética y social”.
Las motivaciones de Rivadeneira no son compartidas por todos los asambleístas ni por un vasto sector de la sociedad que critica el homenaje.
La que sigue es una nota escrita por el periodista y economista José Hidalgo Pallares en su página 4pelagatos.com/2, que explica con mirada local los motivos tomados en cuenta para otorgar esta condecoración a Fernández:

“En principio, rebatir los argumentos de alguien que asegura que durante el kirchnerismo 9.000 millones de personas (sí, NUEVE MIL MILLONES) salieron de la pobreza en Argentina parecería ser una pérdida de tiempo. Pero si quien lo dijo (repitiendo en dos ocasiones lo de los miles de millones) es la Presidente de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira, la misma que está a punto de condecorar a la persona que, según ella, consiguió ese logro tan fantástico, entonces el asunto adquiere cierta (no demasiada) relevancia.
No demasiada porque una condecoración de parte de una Asamblea que en su momento condenó la muerte del Che Guevara porque “fue asesinado estando vivo”, no tiene la trascendencia, digamos, de un Premio Nobel. Pero el asunto tampoco puede ser tomado tan a la ligera porque se trata, al fin y al cabo, del Poder Legislativo del Ecuador, es decir, del organismo que aprueba las leyes que inciden en gran medida en nuestra calidad de vida y del cual, por tanto, sería esperable un nivel mínimo de conocimiento y preparación.
Lo cierto, sin embargo, es que en una entrevista con Diego Oquendo en la que la intención de condecorar a Cristina Fernández de Kirchner (CFK) ocupó algunos minutos, Gabriela Rivadeneira hizo gala de un desconocimiento casi absoluto sobre los delitos que se le imputan a la ex Presidente de Argentina. O de un desdén pasmoso hacia esas acusaciones.
Para Rivadeneira, que asegura que CFK tiene una intención de voto del 50% del electorado argentino para las próximas elecciones parlamentarias (la fuente seguramente es la misma que la de los datos de pobreza), todo se limita a un nuevo “Plan Cóndor” armado para derrocar a los “gobiernos progresistas” de la región. Esa hipótesis –planteada originalmente por Nicolás Maduro, el mismo que asegura que el caos que se vive en su país es consecuencia de una “guerra económica” y que ha denunciado más de una docena de supuestos planes para asesinarlo– señala que los escándalos de corrupción que actualmente enfrentan algunos gobiernos afines al socialismo del siglo XXI son consecuencia de la “cooptación” de los sistemas judiciales de esos países (cuando en Argentina lo que se critica, en realidad, es la inacción de varios jueces para investigar las causas de corrupción del kirchnerismo cuando éste seguía en el poder) y, cómo no, de las perversas maniobras de la prensa.

Que en Argentina se haya comprobado que el principal contratista de obra pública en Santa Cruz (la provincia donde los Kirchner forjaron su poder) alquiló decenas de habitaciones que nunca ocupó en hoteles de propiedad de CFK, que se hayan encontrado cerca de 5 millones de dólares en efectivo en una caja de seguridad a nombre de la hija de la ex Presidente, que durante su gestión miles de personas hayan cobrado sueldos del Estado sin trabajar (aunque en el gobierno del que Rivadeneira forma parte probablemente eso es concebido como “buen vivir”), que uno de sus principales funcionarios haya sido descubierto lanzando bolsos con millones de dólares a un convento, todo eso parece tener sin cuidado a Rivadeneira, que en un momento pareció justificar la condecoración a CFK en el hecho de que en el Ecuador también se condecoró a Augusto Pinochet (como si estuviéramos en un concurso por ver qué gobierno entrega la condecoración más infame) y que se limitó a repetir la teoría de las “prácticas de desestabilización” y del nuevo Plan Cóndor.
(A propósito, sería bueno conocer qué opinan los argentinos, que sufrieron entre finales de los 70 y principios de los 80 una cruenta dictadura que dejó miles de desaparecidos, de que se compare a los escándalos de corrupción que enfrenta el kirchnerismo con esa trágica etapa de su historia.)
Rivadeneira –que no se sabe si dijo todo lo que dijo por ignorancia o por descaro (“virtudes”, en ambos casos, no muy deseables en quien ejerce la Presidencia de la Asamblea)– llegó a destacar la “ética” y la “transparencia” de un gobierno que alteró desvergonzadamente las estadísticas económicas argentinas (incluyendo las de pobreza) para mostrar una realidad ficticia y de una ex Presidente que criticaba a la “oligarquía” cuando ya era dueña, según sus propias declaraciones juradas, de una fortuna que ya quisieran muchos presidentes o ex presidentes de “la derecha más recalcitrante”.
En fin, pese a todos estos argumentos es muy poco probable que la Presidente de la Asamblea recapacite en su decisión de condecorar con la medalla Manuela Sáenz a CFK. Rivadeneira tiene un argumento mucho mayor que todos los expuestos: que la ex Presidente de Argentina sacó a toda la población mundial (¡y más!) de la pobreza. Y a semejante logro no hay con qué ganarle.” José Hidalgo Pallares.






fuentes:elcomercio.ec/4pelagatos.com/2
La imágen corresponde a Manuela Sáenz Patriota ecuatoriana (Quito, 27 de diciembre de 1797; Paita, Perú, 23 de noviembre de 1856)
compañera del Libertador Simón Bolívar. "Caballeresa del sol"