En el barrio donde crecí, habitaban también
Simón, su esposa Filomena, y unas cuantas cuadras más al sur Oscar, amigo de
Simón y "novio" de Filomena.
Así lo decían a quien quisiera escuchar, las
comadres del barrio que se regodeaban al decir: mirá ahí van Simón, Filomena y
su novio.
Hace poco supe que Oscar que también estaba
casado cuando ya era novio de Filomena (a la cual nunca dejó de visitar)
enviudó, circunstancia que le permite ahora pasar mayor cantidad de tiempo con
el amor de su vida, y el esposo de ésta.
Filomena
es un poco menor que sus dos hombres, pero los tres ya son grandes, no
obstante ello esa extraña trilogía de amor-amistad-engaño continúa aún.
Alguna vez lo contó Jorge Amado en su
maravillosa obra "Doña Flor y sus dos maridos" como también lo hizo
allá por 1952 el escritor mexicano Juan José Arreola en
"Confabulario" obra de la cual es extraído el siguiente relato: "El Faro"
"Lo que hace Genaro es horrible. Se
sirve de armas imprevistas. Nuestra situación se vuelve asquerosa.
Ayer en la mesa, nos contó una historia de
cornudos. Era en realidad graciosa, pero como si Amelia y yo pudiéramos
reírnos, Genaro la estropeó con sus grandes carcajadas falsas.
Decía: ¿es que hay algo más chistoso? Y se
pasaba la mano por la frente, como buscando alguna protuberancia que allí
hubiera crecido.
¿Cómo se sentirá llevar cuernos? agregaba sin
tomar en cuenta para nada nuestra confusión.
Amelia estaba desesperada y yo tenía ganas de
insultar a Genaro, de decirle toda la verdad a gritos, de salir corriendo de
allí y no volver nunca.
Pero como siempre, algo me detenía. Amelia
tal vez, aniquilada en esta situación intolerable.
Hace ya algún tiempo que la actitud de Genaro
nos sorprendía. Se iba volviendo cada vez más tonto. Aceptaba explicaciones
increíbles, daba lugar y tiempo para nuestros más descabellados encuentros.
Hizo diez veces la comedia del viaje, pero
siempre volvió el día previsto. Nos absteníamos inútilmente en su ausencia y
cuando regresaba, nos traía pequeños regalos y nos estrechaba de modo inmoral,
besándonos de manera excesiva, apretándonos contra su pecho.
Amelia llegó a desfallecer de repugnancia
entre semejantes abrazos.
Al principio hacíamos las cosas con temor,
creyendo correr gran riesgo. La impresión que Genaro iba a descubrirnos en
cualquier momento teñía nuestro amor de miedo y de vergüenza. La cosa era clara
y limpia en este sentido. El drama flotaba realmente sobre nosotros, dando dignidad
a la culpa.
Genaro lo ha echado a perder. Ahora estamos
envueltos en algo turbio, denso y pesado.
Nos amamos con desgano, hastiados como
esposos. Hemos adquirido poco a poco la costumbre insípida de tolerar a Genaro.
Su presencia es insoportable porque no nos
estorba; más bien facilita la rutina y provoca el cansancio.
A veces el mensajero que nos trae las
provisiones dice que la supresión de este faro es un hecho. Nos alegramos
Amelia y yo en secreto.
Genaro se aflige visiblemente: ¿A dónde
iremos? nos dice "Somos aquí tan felices" suspira.
Luego buscando mis ojos dice: Tú vendrás con
nosotros a dondequiera que vayamos. Y se queda mirando el mar con
melancolía."
Entre realidad y ficción ........, la vida.
Entre realidad y ficción ........, la vida.
Gracias:www.youtube.com/user/elsoldemivida
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