En esta inconsistencia de
procederes en que nos sumergimos diariamente en Argentina, donde por
ejemplo, el día de conmemoración del
bicentenario de la bandera se convierte en un acto no
para resaltar desde la tribuna la figura del General Manuel Belgrano, en
realidad Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, rebautizado el 20
de junio pasado por la locutora de la cadena oficial como "Juan Manuel
Belgrano", sino en un
escaparate utilizado para exhibir los logros políticos de la señora PresidenTe,
quien también aporta lo suyo y en lugar
de recordar a Belgrano lo recuerda a "él" me pareció oportuno seguir esa línea de
coherencia y aprovechando que hoy 9 de julio de 2012, se conmemora el 196º
aniversario de la declaración de la Independencia argentina, hablar sobre un
tema relacionado: La independencia democrática.
Sotomósforos
especializados están trabajando subrepticiamente en una especie de
"testeo" para tratar de averiguar si existe consenso o en su defecto
instalar la idea "Cristina
forever".
Lo dice fulanito, y
menganito lo desmiente. A la semana lo dice zutano, y ya aparecen algunos
adherentes que agregan "forever no, por los siglos de los siglos".
Quién mejor que ella.
Resultado; como en tantas
otras oportunidades si sale mal reculamos, pero si encontramos buenas ondas,
como dice un amigo cordobés "Ya que estamos, la hagamos".
Pero;
Siempre hay un pero, y en
este caso más que un pero es un Perón.
El general cuyo nombre y
pensamiento se invoca cuantas veces sea necesario (siempre que les convenga,
claro) tenía una idea totalmente distinta a la de quienes en la actualidad dicen respetar sus procederes y observar las
doctrinas del movimiento por él (perdón Néstor) formado.
En el mensaje pronunciado
ante en el Congreso Nacional el 1 de mayo de 1948, Perón formuló uno de los
mayores alegatos que jamás se hayan expuesto contra la reelección presidencial.
Se había referido en su
discurso a la necesidad de reformar la Constitución pero, cuando llegó al tema
de la reelección, afirmó:
"Mi opinión es
contraria a tal reforma.
Y creo que la prescripción existente es una de
la más sabias y prudentes de cuantas establece nuestra Carta Magna.
Bastaría observar lo que
sucede en los países en que tal reelección es constitucional: no hay recurso al
que no se acuda, lícito o ilícito; es escuela de fraude e incitación a la
violencia como, asimismo una tentación a la acción política por el gobierno y
los funcionarios.
Y si bien todo depende de
los hombres, la historia demuestra que estos no siempre han sido ecuánimes ni
honrados para juzgar sus propios méritos y contemplar las conveniencias
generales.
En mi concepto, decía
Perón, tal reelección sería un enorme peligro para el futuro político de la
República.
Es menester no introducir
sistemas que puedan incitar al fraude, a quienes supongan que la salvación de
la Patria sólo puede realizarse por sus hombres o sus sistemas."
Como es sabido que en
todos los ámbitos hay más papistas que el propio Papa, ya aparecerán los más
peronistas que Perón que dirán: El general se refería a los hombres y sus
sistemas, y Cristina es una mujer que no obedece a un sistema, sino a un
proyecto nacional y popular.
Claro que para ratificar
lo dicho sobre la coherencia política, un año después (1949) Perón obtuvo la reforma de la Constitución Nacional
incorporándose los derechos laborales y sociales (Art. 37) que caracterizaron
al constitucionalismo social y las bases jurídicas para expropiar grandes
empresas monopólicas (Art. 40). Al mismo tiempo se establecía la reelección
presidencial indefinida (Art. 78).
Esta Constitución fue
posteriormente derogada por una proclama del régimen militar que derrocó al
gobierno peronista en septiembre de 1955.
La constitución continuó
recibiendo modificaciones hasta la última en 1994, que redujo el mandato
presidencial de seis a cuatro años con Una sola reelección.
Menem no lo hizo, lo
quiso, pero,
Perón-Quijano/Alfonsín-Menem/-Menem-Cristina/ 2015:Oremus
Fuentes: Archivo Gral. de la Nación- w.w.w.-Wikipedia
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