Ludwig
Josef Johann Wittgenstein fue un filósofo, matemático, lingüista y lógico
austríaco autor del Tractatus logico-philosophicus quien dijo en una oportunidad “Los límites de
mi lenguaje son los límites de mi mente”
Pido
disculpas por anticipado por utilizar esa frase tan contundente y clara para
tratar de explicar ese lenguaje soez, grosero, ordinario, estrafalario,
grotesco con el cual la señora Hebe de
Bonafini, adorna todas sus manifestaciones verbales que serían los únicos que
le permite el alcance de su limitada mente.
Esta señora fue preñada tres veces y parió tres hijos,
como tantas millones de mujeres en el mundo, perdió a dos de ellos, como otras
tantas millones de mujeres en el mundo, como tantas madres de soldados
argentinos que murieron en Malvinas, o
como ahora más recientemente las 44
madres de los tripulantes del ARA San Juan.
Pero la señora de Bonafini se cree madre Superlativa,
el becerro de oro que adora el Papa Francisco que le envía libros doctrinarios y manifiesta “A
una madre de Plaza de Mayo yo le permito todo”
Para la bocasucia, "lo más increíble es lo que dice
el libro de las Madres". La referencia de Bonafini es a la
parte del escrito en la que Francisco dijo: pueden decir lo que quieran,
porque es imposible entender el dolor de una mamá que perdió un hijo".
“Estas cosas que
dice el Papa de las Madres, podamos decir, me da pie para que yo siga diciendo que el Presidente y toda su runfla
son unos reverendísimos hijos de mil putas”
La doña aprovecho la dispensa cuasi
divina para pedir un paro general en el que “no haya agua, luz ni transporte,
solo las cosas indispensables”. (*En la mente de Hebe el agua y la luz no son
indispensables) volvió a comparar al
Gobierno con una dictadura al decir que “son tan asesinos como los milicos”. Y
cerró contra el Presidente: “Se cree que es un rey y es un reverendo sorete”.
Sabido es que los curas pregonan “No
digas lo que yo digo ni hagas lo que yo hago” precisamente para que ciertas
“Bonafinis” dispersas por el mundo hagan ese trabajo sutil de difusión que bulle bajo el “Solideo” del hombre de
Roma, pero que allí debe quedarse, porque no a todos se le permite todo.
Imaginan a Hebe leyendo el librito?
Fuente www.perfil.com).
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