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viernes, 26 de diciembre de 2014

A quien le importa...(la libertad)

Si me preguntan cómo llegué a esta situación, la verdad es que no lo sé.
Yo estaba sin laburo y juro que me ocupaba de buscarlo, leía y concurría a postularme en  los lugares en los cuales solicitaban empleados, pero no daba pie con bola.
O que era muy joven y me faltaba experiencia, o que no tenía la preparación necesaria para desarrollar la tarea  que requería el empleo, en fin, no servía en ningún lugar, no porque no fuese capaz, sino porque quienes ofrecen se reservan el derecho de admisión, y en eso no hay nada que hacer.
Yo crecí con la cultura del trabajo, lo decía mi viejo, lo decía mi vieja. Pobre, limpito y honrado.
Mi vieja tenía una frase que repetía hasta el cansancio “Hay que caminar siempre con la frente bien alta.”
Era lavandera mi vieja cuando vivíamos en un pueblo de Corrientes y fue la que paró la olla con su digno trabajo cuando mi padre murió. Mis otros hermanos ya no estaban  con nosotros, y éramos dos náufragos a la deriva, lejos de la costa segura.
Y así crecí yo, en un hogar humilde en el cual el único capital era el trabajo. Ni vivienda teníamos; una tía nos cobijó durante un tiempo luego de la muerte de mi padre.
Después ya sin mi madre, me vine  a Buenos Aires pensando que tal vez podría tener  la misma suerte que tantos otros.
Como  Menem de La Rioja, Palito Ortega de Tucumán, Quino que nació en Mendoza, Fangio nativo de Balcarce, que se yo.
Pero no resultó, me mandé un moco de aquellos y terminé en Devoto.
Si Uds. piensan que esto es una queja, motivada tal vez porque soy un tipo privado de su libertad, que tal vez mereciera estar afuera diciéndole a cada uno con quien me cruzara la hipócrita frasecita: Felices fiestas, buen año..¡¡¡  se equivocan de punta a punta.
Si vuelven unas líneas atrás encontrarán la explicación en esa parte que dice: Yo estaba sin laburo….
Bien, ahora no necesito laburar.
Aquí en la cárcel me dan todo, alojamiento, comida, asistencia sanitaria, no necesito preocuparme por pagar servicios, prestaciones, etc. no me cruzo con piquetes a diario, viene una minita a visitarme para ayudarme a que mi próstata se mantenga sana,  y confieso que aquí dentro a veces hay más seguridad que en las callecitas de Buenos Aires.
Me garpan cuatro mil cuatrocientos pesos mensuales, estoy en el último año de la carrera de Derecho que estudio aquí mismo en la cárcel, y en poco tiempo más comenzarán a llamarme Doctor, como a tantos otros colegas, incluida la presidenta, y estoy pensando seriamente que cuando me larguen me dedicaré a la política.
Allí tendré fueros, y todo será más fácil.

Entonces, a quien le importa la libertad…,  

        

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