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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Cosas de la vida breve 11

Desamor
Le dijo que no podía imaginar cuánto le amaba. Se lo repitió
de nuevo, pero esta vez llorando. Por fin, guardó un dolorido
silencio. Él la miraba distante, con gesto de extrañeza. Después
contestó muy despacio que, en efecto, era incapaz de imaginarlo.

Indiferencia
Ella le dijo: "Mírame, por favor". El siguió acostado y fumando
con los párpados caídos. Cuando la puerta se cerró tras la mujer,
abrió los ojos y expulsó lentamente, con indiferente suavidad, el
humo de sus pulmones.

Recuerdo
La miró como si fuese una desconocida. Ella insistió en que
eran antiguos amigos, pero él, en cambio, persistía en no
reconocerla. Cuando la mujer se iba, un destello en el cerebro del
hombre le impulsó a llamarla por su nombre.

Soñando quizás
Se hallaba perdido, y preguntó al primero con el que se cruzó
dónde estaba. Resultó que se encontraba en una ciudad a la que no
recordaba haber llegado nunca, por lo que supuso que soñaba y no
le dio mayor importancia.

Reencuentro
Creyó reconocer a una antigua amante al otro lado de la
transitada calle. Mientras esperaba el permiso verde del semáforo,
ella se perdió entre el gentío. Él corrió hacía el lugar donde la había
visto y desde allí volvió a reconocer su figura unos metros más lejos.
Cuando quiso llamarla, se percató de que había olvidado su nombre.
Entonces pensó que era inútil el reencuentro.

Música
Cambió una sola nota de la partitura. Nunca logró saber si fue
un fallo o un acto inconsciente. Cambió una nota musical y todo el
conjunto de la orquesta sonó distinto. Por ello fue vilipendiado,
criticado y finalmente expulsado, pero él estaba convencido de que
la composición musical había sonado mejor con su nota cambiada.

Mal día
El camarero le sirvió con desdén. El señor que estaba a su lado
le miró de reojo sin ocultar un gesto de malestar. Antes, al entrar, un
niño le había dado una débil patada. Este hombre triste tomaba su
amargo café en el mostrador de una cafetería rodeado por un mundo
hostil.
  
Dormir y soñar
El día amaneció dubitativo. La luz incipiente y escasa no se animaba a despuntar y la
atmósfera estaba densa y apagada. El mundo no terminaba de despertar. Las nubes embadurnaban un cielo que no se adivinaba, por lo que la noche estiró más sus horas de incertidumbre. Fue por todas estas causas que, cuando me asomé al balcón, no consideré que el universo me fuese propicio para iniciar la jornada. Regresé al lecho lentamente, acomodé mi
cuerpo en la postura más pacífica y cerré los ojos a la espera de amaneceres más halagüeños.Recopilación de textos anónimos:Fuente www.escolar.com



En la imágen:Adriana Lima

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