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martes, 6 de marzo de 2018

Resumiendo; la interminable huelga lectiva.

Dirigentes movilizados, aulas vacías

El primer paro docente fue en el norte del país, San Luís, en noviembre de 1881; desde entonces hasta nuestros días los docentes de todo el país con algunos altibajos ostentan el título de ser el gremio que mayor cantidad de paros ha realizado superponiendo su “derecho a huelga” por sobre el derecho a la educación que tienen los educandos también de rango constitucional.
El reclamo es adornado con distintas facetas, pero siempre la parte predominante es de tipo económico con el fin de obtener año tras año mayores salarios y condiciones laborales.

Eso está mal.?

Para nada, es justo pelear por derechos que corresponden, como es también justo reconocer que ser docente de verdad no es una tarea para cualquiera.
No obstante esto, también debiera ser considerado el daño que tal reivindicación causa en una franja etaria que se ve desprotegida e indefensa a las que se les roba el tiempo que corresponde a su formación,  tiempo que cuando pasa, ya no regresa y que deja secuelas que basta ver algunos comportamientos de jóvenes que a diario demuestran con su falta de educación y preparación para desenvolverse en la vida, el verdadero daño que a futuro marcan el costo que toda la sociedad deberá pagar por estas “defensas salariales”.

También es cierto que los gobiernos de provincia, que en la práctica serían los “empleadores” debieran soportar las huelgas para no conculcar derechos, pero no financiarlas.

Si no se trabaja, no se percibe salario.
Si se ejerce el derecho de huelga, los días no trabajados deben ser descontados, sino se convertirían en vacaciones pagas.
Y no lo son.


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