Foto de Luz A.Villa- Wikimedia. |
Isaúl
Arguellar era lo que se conoce comúnmente como "un tipo
supersticioso" y como tal utilizaba todos los ritos y talismanes
necesarios para que su vida transcurriera de la forma más normal posible y sin
sobresaltos.
Ruda
macho, patas de conejo, herraduras de la suerte, ajíes colorados colorados, manitos
haciendo cuernos, tréboles de cuatro hojas, etc. eran artículos que se
encontraban en su casa como se encuentra un jugo de frutas o un yogurt en la
heladera.
Isaúl
no embarcaba ni menos se hubiera casado (cruz diablo) en algún día
martes,esquivaba a los gatos negros, y jamás osaría pasar debajo de una
escalera. Minga. ¡¡y los viernes 13 eran para él algo terrorífico, al punto que
siempre encontraba alguna excusa para no salir de su casa durante toda la
jornada.
Pero
ocurrió algo fuera de lo común en el lugar donde Isaúl vivía. Un fenómeno
climático tipo tornado se abatió sobre la zona en la cual tenía su casa, y
volaron techos, árboles, se cortó el suministro de agua y luz, cayeron muchos
milímetros de agua, sopló viento huracanado y todo fue durante varias, horas un caos.
Pero
como siempre que llovió, paró, esto ocurrió y sobrevino la calma.
Isaúl
como tantos otros ciudadanos del siglo XXI al no tener energía eléctrica a
disposición se sentía el hombre más inútil del planeta. Por efecto de la
tormenta no recordaba si hoy era,
miércoles, o jueves, o tal vez viernes y como odiaba los celulares y relojes de
pulsera, no podía recurrir a los únicos elementos técnicos que funcionan aunque
no haya corriente eléctrica, para informarse.
Pensó.
Ayer
visité a mi hermana, y siempre voy los miércoles, así que hoy es jueves doce de
abril, o jueves 13, no sé.
Bueno
para el caso no importa; ahora que amainó el temporal voy al restaurant de
Pepe, que tiene grupo electrógeno, buena cocina y es barato y me como una
milanesa con fritas, o una completa, con dos huevos fritos.
Isaúl
salió a la calle apenas iluminada por la
luz de la luna llena. Caminó dos cuadras y fue entonces que vio al gato negro
que, sentado sobre el círculo que formaba con su cola lo observaba.
Quiso
eludirlo retrocediendo, cuando advirtió que un vecino subido a una
escalera sobre la acera, trataba de cerrar una ventana que golpeteaba con el
viento.
Sin pensarlo, giró y
cruzó la calle.
El colectivo de la línea
35, vacío y rápido a esa hora de la noche fue solo una sombra gigantesca que lo
envolvió en un abrazo mortal.
El diario del lugar
tituló: Viernes 13 -Agencia: Un hombre murió atropellado en los primeros
minutos de la madrugada de hoy, por el interno 230 de la línea 35 cuando intentaba cruzar la
calzada a la altura del 666 de la calle Guernica.
El hombre que aún no fue
identificado solo portaba en sus bolsillos un llavero con un trébol de la
suerte, dos llaves y unos pocos pesos en sus bolsillos.-
Dicen, y parece verdad
que “nadie muere en la víspera”.
Solo cuando es el tiempo.
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