Las escrituras dicen que:
Jesús fue enterrado en un
sepulcro de piedra, al tercer día, la piedra que cerraba la entrada basculó, y
Cristo resucitó.
Durante un período de 40
días se apareció a diversas personas, a
sus discípulos, a su madre, y al cabo de este tiempo, por su propio poder dejó
esta morada terrestre en el acto de la Ascensión.
La existencia terrenal
del Salvador había terminado.
La época actual indica
que:
La llamada semana santa,
en principio instituida para conmemorar la Pasión y Muerte de Jesucristo, poco
a poco se va diluyendo en el tiempo.
Casi nada, o tal vez solo
el nombre, le queda de santa a estas semanas destinadas ahora al turismo y
esparcimiento actividades que hasta la Iglesia católica admite sin
comentarios, como aceptando que los tiempos idos, aquellos de la dominación por desconocimiento han quedado definitivamente
atrás.
Tan atrás como aquellos
días en los cuales las radios y la televisión de todo el país según cuentan los
memoriosos, preparaban programaciones especiales acordes con la recordación.
Quedaron en el olvido
también algunas prácticas religiosas que con las diversas reformas que la
Iglesia Católica fue introduciendo en la liturgia (Padre Nuestro incluido) ya
no se utilizan.
Y así, con la
colaboración de todos en menor o mayor medida, llegará el día en que la semana
santa religiosa, litúrgica, de oración y reflexión, será apenas un recuerdo, y
tal vez allí se repitan las palabras del Maestro en esa generosa petición
"Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen."
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