Ola Hansson, fue un poeta sueco, nacido
el 12 de noviembre de 1860, en Hønsinge, Suecia; vivió 65 intensos años para fallecer
el 26 de septiembre de 1925, en Büyükdere, Turquía.
Un título, de la obra de Hansson
posiblemente el más criticado en aquella época, fue sin duda “Sensitiva amorosa”
cuyos párrafos iniciales son los que siguen a continuación:
«…No me queda ahora más que un único
interés: disfrutar del sexo opuesto y estudiarlo. Todas las raíces que han
hecho a mí ser brotar de la vida y que le han permitido extraer de ella su alimento,
se han secado y marchitado, una tras otra. Todas excepto una sola, y sólo ésta han
crecido y se ha hinchado de savia, se ha alargado y expandido, y es ahora una
malla de finas ramificaciones que por sí misma me sujeta a la vida. Todos los
demás órganos de mi ser, gradualmente, uno tras otro, han dejado de funcionar.
Los canales que transportaban la sangre del corazón de la existencia hacia sus vasos
se han taponado, se han paralizado y reducido a conductos muertos. Todos,
excepto uno, a través del que disfruto del sexo opuesto y lo estudio, el cual
ha adquirido una ulterior diferenciación en su estructura para convertirse en
un frágil mecanismo dotado de ruedas y engranajes microscópicos, finos como la
tela de una araña. He hecho de este estudio y este disfrute un arte exquisito,
y no tengo otro objetivo ni otro interés en esta vida que llevar este arte a la
perfección.
Para individuos como yo, llega
siempre, más pronto o más tarde, un momento en el que uno está cansado de todas
las relaciones reales con las mujeres. Hay mucho de banal y doloroso en esos
vínculos, sean de la índole que sean. Ya he tenido más que suficiente de todo
eso, y ahora me dedico a disfrutar de las mujeres a distancia, estudiándolas y
estudiándome a mí mismo, y de esta forma puedo eliminar todos los aspectos
triviales inherentes a las relaciones entre los sexos, así como gozar de la esencia
pura sin el mal sabor de los aditivos.
Hay algo terriblemente penoso en
la empresa de ambicionar y conseguir a una mujer, algo que provoca repulsión y
dolor de principio a fin. Primero los tenemos ahí, a los dos, al hombre y la
mujer, frotándose mutuamente como dos gatos en celo, y cada secreta mirada que
ambos intercambian revela, en su lúbrico brillo o lánguida acuosidad o timidez
vergonzante, esa atracción sexual que ensucia físicamente a ambos. Siempre he
sentido repugnancia ante la visión de ese cortejo obsceno y absurdo que hace
sonreír malévola y cínicamente a todo el mundo y que constantemente me recuerda
a las ampulosas maneras amorosas del gallo que se pavonea ante su bobalicona
gallina. Y cuando se han alcanzado la maravillosa dicha y el éxtasis derivados
del patético acto de la cópula, la historia se acaba y ya no hay mucho más que
añadir, pues en el noventa y nueve por ciento de los casos, más pronto o más
tarde, uno se encuentra cara a cara frente a un ser al que no se ha visto nunca
ames, y al que mucho menos se conoce o se ha deseado alguna vez, y uno se
despierta un hermoso día compartiendo cama con una mujer extraña, de la cual no
se reconoce un solo rasgo ni de su rostro ni de su alma. Si se trata de tu
amante sin el consentimiento expreso de nuestro Señor, te espera el doloroso y
desagradable trámite de la ruptura; y si has entablado una relación socialmente
regulada, entonces has de vivir el resto de tu vida en intimidad con ese ser
desconocido al que jamás has deseado pero que ahora se te pega como un cardo.
Por muy en profundidad que hayas estudiado a una mujer, por mucho que creas
conocerla por dentro y por fuera, nunca podrás estar completamente seguro de
que un día no vaya a cambiar de piel como una anguila, hasta que ella, tal como
es ahora, y aquella que una vez conociste y amaste, se te antojen tan distintas
como la noche y el día. Verás, las personas no son algo fijo e inmutable: uno
no puede aferrarse a ellas o decir que son de esta manera o de tal otra.
En su
ser tienen lugar continuamente procesos secretos, que metamorfosean su cuerpo y
su alma minuto a minuto: procesos que ocurren en ti y en aquellos que en esta
vida has amado y abrazado con ternura, procesos que ni tú ni ellos comprendéis.
¿Eres tú el que ve las cosas con otra mirada, o es el otro el que ha cambiado y
se ha convertido en alguien distinto? No lo sabes. Lo único que sabes es que
esta persona, que se acercó cada vez más hasta que se incorporó a ti, y tú a
ella, de repente se ha desprendido y ahora se halla muy lejos de ti, como un
objeto indiferente u odioso, con el que no quieres tener nada que ver o del que
huyes con aversión.
Esto es lo que la experiencia me
ha enseñado, y ahora ya no quiero correr el riesgo de entregarme a la vida en
cuerpo y alma, pues las mujeres nos hacen más mal que bien. Pero puesto que
para mí el sexo lo es todo, y la vida sin él estaría vacía de contenido y
significado –nunca he podido entender cómo se puede vivir, si no–, he aprendido
a disfrutarlo de otra forma, a mi manera, para poder beber el vino puro sin el
poso.
Todas las mujeres que me
encuentro en los paseos y en los teatros, y dondequiera que la vida nos lleva a
los que solemos deambular sin rumbo por ella: no quiero ni acercarme ni
dirigirles la palabra, pues entonces de esas cabezas hermosas o distinguidas
emergerá enseguida toda su estupidez y las demás miserias que van aparejadas y
todo se irá al garete. Pero yo las disfruto, con todo mi cuerno y toda mi alma,
con la vista y el olfato, con mis sensaciones y pensamientos. Individualizo de
entre la muchedumbre a cada una de ellas y busco su yo más profundo, el aroma
de su ser, los matices de su rostro, los rasgos característicos de su figura y
el fugaz bouquet de su carácter; lo capturo todo en un gesto, una mirada, una
expresión de los ojos, en la manera de caminar, en cualquier pequeño detalle
que nadie más apreciaría, pero que revela toda su individualidad. O bien sondeo
los abismos de esta personalidad oculta con mis más agudas reflexiones. Y
cuando la mujer se halla ante mí, única entre las demás, con los frágiles pero
nítidos rasgos distintivos en su piel, en su mirada, en su cerebro y su
corazón, me dedico a disfrutarla. >>….