Todos los idiomas del mundo tienen su particularidad, y así sean iguales son diferentes. No es lo mismo el inglés de la Gran Bretaña que el ingles americano de Nueva York, el español de Madrid y el español castellano de Buenos Aires.
Y es aquí en Argentina, donde el español matizado con giros y/o modismos lunfardos ha ido adquiriendo un agregado a esa particularidad de los idiomas que hablaba al principio: el doble sentido.
Creo que en ningún otro lugar de latinoamérica está tan presente el doble sentido, interpretar de manera maliciosa algo dicho sin ninguna intención en tal sentido, como aquí. .
Diga Ud. al justificar su llegada tarde a algún lugar: Se me paró el auto, o se me paró el reloj, y de inmediato alguien tendrá algo que decir sobre el "paró" obviamente dirigido hacia donde Ud. piensa.
En el mercado central de Buenos Aires no se recita a Cervantes precisamente, y este diálogo ocurrió en uno de los puestos de verdura de los tantos que allí existen: señora casi cincuentona acompañada de señorita hija veinteañera, ambas bastante agraciadas conversan entre ellas mientras eligen verdura: Nena alcanzame dos o tres de aquellas (señalando las berenjenas) fijate que sean bien gruesas y que estén firmes, duritas, porque si no no sirven.
El vago que atendía el puesto sabía que la mañana se presentaba propicia para lucir ante las damas su capacidad de interpretación lingüística y de los mensajes subliminales que las féminas suelen dirigir casi como al descuido, máxime cuando la mayor innecesariamente lo miró y le dijo: Ah sí a mis dos hijas y a mí nos encantan las berenjenas, y también la zanahoria, son muy ricas y hacen bien. Y el flaco dice: Y si señora se le nota en la cara que está Ud. muy bien atendida y alimentada sanamente.
Respecto de la elección de la zanahoria, he observado que hay un comportamiento diferente ya sea el que elige hombre o mujer; el hombre mira rapidito y elige las de tamaño chico a mediano como tratando de no llevar a casa algo superior a lo presente, por si acaso vió. En cambio la mujer compra la hortaliza en cuestión más con el tacto que con la vista fijándose que no estén blanditas o arrugadas, síntoma éste que indica que no sirven para cocinar.
La señora de las berenjenas, decidió comprar cucumis melo, pero le preguntó al verdulero de esta forma: Verdulero, como sé que el melón está maduro ?. Señora, hay que meterle el dedo ahí abajo. Aquí.... No patrona, del otro lado, en la parte de abajo, en el culo, con todo respeto doña.
Dígame verdulero: tiene pepinos ? Tengo para todos los gustos, señora, lo quiere para máscara facial o para consumo interno ..??
Por eso cuando visite Buenos Aires, recuerde que aquí decimos agarrar, tomar en lugar de coger, si va a Chile pico no tiene el significado que Ud. conoce, y si pasa por Uruguay pida "Choto" con tranquilidad, que va a degustar algo muy exquisito.
Recuerdo una anécdota de taxistas que ilustra de manera risueña lo dicho. Llega a Buenos Aires un matrimonio español con su hija jovencita y bonita, algo así como Sara Carbonero, y el padre le dice: Ve donde aquel taxista y dile si nos puede coger a tu madre, a ti, a mí y al perrito. Así lo hace la bella joven y el taxista, con una sonrisa de latin lover del subdesarrollo responde : A vos y tu mamá no hay problemas, pero al perrito que lo coja él.
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