Hay personas que hablan de manera
apresurada, otras pausadas, algunas como si escupieran las palabras, no por mal
hablados sino por atropellados, y otros que utilizan las manos y principalmente
el rostro para reafirmar cualquier cosa que estén diciendo,
Ese era “cara de goma” cuyo
nombre en realidad era Juan Domingo porque su padre cuando de Italia se afincó
en la Argentina, miró a su alrededor buscando una figura que lo conmoviera
tanto como su amado Benito Mussolini, y lo más parecido que encontró fue el por
entonces coronel Juan Domingo Perón del cual había oído hablar a unos “paesanos”
en Unione e Benevolenza; de allí el nombre de pila del protagonista de esta historia.
Cara de goma, ya de grande
también peronista e hincha de River (cosa rara entre tanos) era un tipo elegante y bien educado, las
chicas del barrio decían que se parecía a Jack
Lemom un actor de Hollywood de los años 60 pero todo el mundo lo llamaba
cara de goma al no haber como ahora Instituto contra todas las mañas que
tenemos los humanos, al que mucha pelota no le dan porque Hebe de Bonafini, la
Porota, Luis D´’Elia, este que se disfraza de milico Santiago Cúneo, Milagro
Sala, y tantos otros dicen lo que se le venga en gana y el Inadi bien gracias.
Cara de goma no solo mascaba las
palabras, las saboreaba, las adornaba con gestos faciales varios y muchas veces
las coronaba con una franca sonrisa. Era un tipo simpático de verdad.
En el barrio había una peluquera
de la cual gustaba Juan Domingo y como corresponde ella también se parecía a
una artista de cine, en este caso, argentina conocida como Fanny Navarro.
Pareciera ser que en la vida de
toda incipiente pareja, aparece como atraído por un raro imán un tercero en
discordia, que en este caso incluso no pertenecía a la raza humana y que sin
embargo se interpuso entre la vida de Juan Domingo y Elba.
Era de tamaño mediano con plumas
verdes y amarillentas, pico curvo fuerte, y todos en el barrio sabían que era
Pito el loro del viejo Pancho.
Elba sabía que a su pretendiente
le llamaban Cara de Goma y le molestaba mucho, tanto que siempre le llamaba por
sus dos nombres para que no quedaran dudas, cosa que a Pito el loro, le
importaba un pito, y cuando pasaban ambos el loro desde el cerco que miraba a
la calle saludaba ceremonioso: Adiós cara de goma, prrr , y así día tras día.
Juan Domingo optó por no pasar
más por allí cuando acompañaba a Elba. Pero si lo hacía cuando venía solo pues
le ahorraba camino y allí siempre estaba Pito con su saludo.
La casa del viejo Pancho, dueño
de Pito, estaba enclavada en una loma que descendía hacia el rio, y esa pendiente
le dio una idea a Cara de Goma que en lugar de bajar la cuesta, la subió y así
pudo ver que Pito dormitaba tranquilo sin pensar lo que le vendría a
continuación y antes que el loro se diera cuenta Juan Domingo lo había
encerrado en una caja de zapatos, le puso un hilo sisal bien atado, le hizo un pequeño agujerito para
que respirara lo puso en el suelo y de la primer patada la caja con el loro
adentro voló quince metros.
Juan sin apuro llegó nuevamente
hasta la altura de la caja y le sacudió otro viandazo, y así dos o tres más
hasta que la caja se desarmo y Pito tambaleante, mareado por los tumbos dentro
de la caja, vio a su carcelero y le preguntó: Cara de goma, donde estuviste con
el terremoto que se vino. Te salvaste. Y como pudo se alejó bien rápido.
Este recuerdo de Juan, tal vez se
deba a que me pareció verlo sonreír detrás de la imagen de Fantino
despotricando contra Boca por la derrota ante River y la inmediata ante
Gimnasia.
Claro él dejó este mundo antes
que los de Núñez se fueran a la B.
Igual era un buen tipo, y así lo
recuerdo..
La imagen es gentileza
de Pinterest
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