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sábado, 24 de septiembre de 2011

Sobaquina.

Pepe Le Pew -ilustración gentileza de Warner Bros.
Versión libre de un cuasi drama nacional:

El hombre era portador de una sobaquina bastante potenciada, y no precisamente por haberse peleado con la ducha o el jabón. Nada de eso, lo suyo era simplemente hiperhidrosis  pero toda, absolutamente toda localizada en esa región tan al alcance de la nariz de los otros, las axilas, los sobacos, los chivos según prefieran llamarlo.
Tuvo algunas novias bonitas que le duraron los 90 días de invierno, época en la cual disminuía notablemente la "agrietud" de la zona, y que por motivos fútiles   desaparecían como por arte de magia, cuando llegaba el tiempo de las temperaturas superiores a los 18 grados.

Pudo incluso destacarse en la política en la cual ascendió hasta llegar casi a formar parte del Gabinete, solo que en una ocasión se encontró sorpresivamente con el Presidente que por realizarse tareas de mantenimiento en su ascensor privado, estaba utilizando el que se encontraba en el piso donde nuestro amigo prestaba funciones.
Off de record, pudo saberse que cuando su nombre sonó fuerte para un ministerio, el Presidente frunció el ceño, más bien la nariz, y desvió el tema hacia otro punto y su nombre no volvió a mencionarse más, al menos en estos niveles.

Había consultado a profesionales de la medicina que le aseguraron que el problema tenía solución y que solo estaba en él decidirse a realizar una operación que consiste en una técnica quirúrgica conocida en lenguaje médico como simpatectomía torácica endoscópica, que es un proceder quirúrgico muy sencillo y seguro mediante el cual se corta a nivel del tórax la cadena de fibras nerviosas responsable del exceso de sudor. Se realiza por mínimo acceso y no requiere de puntos. De acuerdo con la experiencia internacional, en un 95% de los pacientes intervenidos les controla la sudoración de manos, axilas y cara, y en un 50% la de los pies, con un rápido proceso de recuperación posoperatorio. Un 5% de las personas que han sido tratadas con este proceder han presentado de forma transitoria un exceso de sudoración en otras zonas del cuerpo y raramente otras complicaciones. (fuente:granma.cubaweb.cu)

La médica que atendía su consulta era una agradable señora de no más de 40 años con una voz dulce y suave pero al pronunciar "Simpatectomía Torácica Endoscópica" a Rolando (tal el nombre de nuestro  amigo) le pareció una voz altisonante, gutural, antipática y allí nomás dio por concluida la entrevista alejándose rápidamente del consultorio, por el sentido de autoprotección, no fuera que lo convencieran y terminara en un quirófano, lugar que le parecía poco menos que el infierno.

Desechó formular nuevas consultas con otros profesionales y enfocó su búsqueda por enésima vez a los desodorantes. El que publicitan diciendo que "no te abandona" no lo soportaba al Rolo más de dos horas, el que dice "24 horas de protección efectiva" le aguantaba un poco más,  dos horas cuarenta y cinco minutos.
Se convirtió en uno de los principales consumidores (aunque ya lo había usado anteriormente) de ese que asegura que las minas te siguen hasta el fin del mundo, obviamente solo comprando dicho producto, algo que comprobó tampoco es cierto.
No obstante como le gustaba la fragancia siguió insistiendo, dado que una de las más fuertes al mezclarse con su propio olor, daba la sensación de una emanación tipo pizza doble de mozzarella con anchoas, y a quien no le gusta la pizza ?

Pero sus desventuras terminaron el día en que conoció a Aylen Telo Floreo, una ascendente bailarina de tango conocida en el ambiente como Trompita; lo de ambos no fue un flechazo, fue un “oloraso”.
Las emanaciones olorosas de Rolando y Aylen se mezclaron casi armoniosamente con cierta preeminencia de parte de ella que aportaba una cuota extra de esencias marinas, las cuales se ponían de manifiesto en determinadas circunstancias.

Y el romance comenzó, y allí se fueron a recorrer las playas más atractivas de Europa y el Caribe, pero evidentemente le envidia de tanta gente que no aprobaba esta unión (ella era varias décadas más joven) hizo que la misma naufragara a poco de comenzar el cuarto mes. Fue en Varadero (Cuba) donde Aylen conoció a un americano  y también por una fulminante cuestión de piel, arrastrados por un tsunami de pasión tropical desaparecieron sin dejar rastros; es decir dejando a Rolando de muestra, quien con apenas el logo de su tarjeta gold (tan poco margen le quedaba) pudo regresar a la Argentina, triste, solitario, pero al final curado de su hiperhidrosis.
Los especialistas dicen que tantas emociones en tan poco tiempo, cambiaron el proceder de las fibras nerviosas de Rolando, quien calmado por esos inolvidables días de amor con Aylen ya no era portador de la temida sobaquina.


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