La Lechiguana -caracterización de la actriz Nora Cullen |
Quedó dicho que Porota era devota católica, lo cual no era óbice para que confiara en recursos tal vez considerados un poco en contramano a su fe cristiana, pero es bien sabido aquello de “a Dios rezando y con el mazo dando”.
Ese asunto del coludo la tenía muy preocupada a la Porota, que bien temprano dejó sus quehaceres y se encaminó hacia las afueras del pueblo, más precisamente a la casa de "la lechiguana" una curandera muy conocida por el lugar, que tanto curaba del empacho, te hacía un payé para el amor o un conjuro para alejar a los malos espíritus.
Le llamaban Lechiguana, porque al igual que a la avispa productora, la Eresmilda (tal su nombre de pila) gustaba mucho de la miel, producto que solía incluir entre los medios de pago de su comercio que tal vez hoy con tanto merchandising bien podría llamarse "La boutique del Hechizo Drugstore" dado que también preparaba yuyos medicinales para el hígado, el resfriado, el dolor de cabeza, un atraso menstrual, o bien cualquier otro que el ocasional cliente pudiera necesitar.
-Y a vos, que te anda pasando?? Fue el saludo
con que recibió a la Porota.
-Y aquí ando, haciendo una consultita.
-De que tipo che..¡
-Sobre un hombre.
-Já, ya decía yo que el luto por el Mencho te
iba a durar poco; si no tienen un tiento al lado se enloquecen Uds.; pasá y
contame.
La lechiguana era muy directa en su forma de
expresarse y nadie en el pueblo se asombraba por ello, por lo cual Porota sonrió
estúpidamente ante el comentario como presumiendo que no sería el único durante
la entrevista.
- Y quien es el guacho?, preguntó Eresmilda,
lo conozco sin duda.
-No, es un forastero, se llama Virgilio.
-Rió fuerte la Lechiguana al escuchar el
nombre que repitió con sorna: “Virgilio”, nombre de maricón, y como es el
fulano.
-Hermoso, joven, fuerte, agradable,
simpático, bronceado.´….,
-Pará che que te derretís solita, cortó la
curandera, no hace falta que me vendas a mí la mercadería que te interesa a
vos, y cuál sería la consulta?
Contó Porota su aprehensión con aquello que
había escuchado de Virgilio ( no totalmente comprendido) de su visita
acompañando a uno cuyo nombre no recordaba al infierno y el purgatorio,
esperando recibir el mejor consejo pues en el pueblo se rumoreaba que la
Eresmilda le había cortado un cacho de oreja al mismísimo mandinga (*) cuando este
desde la chimenea del rancho la provocaba diciendo” caigo o no caigo”
amenazando hacerlo justito sobre un asadito de cordero que esta se disponía a
disfrutar.
Fue allí que a la tercera vez que escuchó el
“caigo o no caigo”, la Lechiguana grito con fuerza “Caéte mierda, si es que te
vas a caer” y cuando el mandinga se zambullo, de refilón le rebanó un cacho de
oreja que presurosa guardó antes que el coludo se diera cuenta.
Dicen que el pedacito lo conserva en una
especie de cartera de cuero sin curtir que lleva con ella a sol y sombra, y que
cuando mandinga se pone pesado, la Eresmilda saca el pedazo de oreja y le da un
mordisco con sus pocos pero afilados incisivos, y así lo mantiene lejos.
El impacto emocional que Virgilio, a quien
Porota conocía poco menos que nada, causó en ella preocupó a la vieja que
pensó, si esta está así sin siquiera rozarlo no quiero imaginar lo que vendrá
después.
Su fino olfato le decía que la viuda estaba
queriendo pedirle que utilizara el cacho de oreja para poder así comprobar si estando cerca de Virgilio y dándole un
mordisco al pedacito de pabellón auricular, el forastero acusaba algún
movimiento extraño.
Pero ese no era su estilo y tampoco este era
un pleito amoroso de magnitud tal que requiriera de semejante compromiso. A
nadie le gusta que le muerdan la oreja, y el sulfuroso no era la excepción.
Más de dos horas estuvo la Porota en el
rancho de la Lechiguana, y sobre lo que allí se habló nadie tuvo conocimiento
cierto, solo es sabido que un poderoso payé (**) le fue entregado para ser utilizado
en la conquista del corazón de Virgilio, a quien por otro lado ya varias
damiselas del pueblo le habían echado el ojo.
El Comisionado Municipal, con una hija que no
cumplía los veinte, el Comisario del pueblo y hasta el cura Lorenzo, todos ya
hablaban maravillas de Virgilio, que aprovechando un suceso no buscado, empezó
a considerar seriamente la posibilidad de quedarse varios días más de lo
pensado en este particular pueblo de provincia perdido entre montañas.
Se dio cuenta que buena comida, cama
calentita con variada compañía, y algún que otro beneficio extra no le
faltarían.
Continuará
NR: (*) mandinga: diablo
(**) payé: especie de amuleto
BC.2011.All rights reserved.
|
1 comentarios:
Felicitaciones, el suspenso pone interesante tu relato.
Un abrazo BC.
Publicar un comentario